Había conseguido un par de invitaciones, tan cotizadas como escasas, para el derby, cien mil siglos en el club te otorgaban algunos privilegios. Total que invitó a su retoño y a su amigo Muralla, uno de los pocos que le quedaban localizables de su etapa moza.
Esta vez se palpaba, tras siglos, la victoria. Las banderas escoltaban la entrada, las trompetas rasgaban el silencio, el olor a jamón salia de las mochilas, el Manzanares detenido inquieto aguardaba el feliz desenlace.
Los bárbaros blancos llegaban de domesticar unos anodinos leones franceses en esa competición de galones a la que los atléticos nunca clasificaban.
Mientras tanto, iba a escribir, los gladiadores, pero la figura del circo a la que más me recuerdan sonaria ofensiva, digamos simplemente los jugadores rojiblancos, afilaban sus instintos.
Escaso duró la ilusión, por lo de ilusos, del sufrido respetable, un trallazo blanco se estampaba en las mallas en el minuto 11. Un segundo golpe, un poco más allá obligaba de nuevo a postergar los sueños.
Con el amigo hablando en clave, para que el retoño no se entere demasiado pronto de ciertas cosas, desmenuzaban derrotistas las causas de la debacle.
Demonios, él había visto salir derrotado al Madrid del Calderón, ¿cuando fué? a la cabeza le vino la manida frase de periodistas: "ni los más viejos del lugar recuerdan..", Cáspitas, de repente los años le cayeron encima como una losa, miró alrededor, veinteañeros entusiastas inundando las penas en calimocho, sí eran mucho más jovenes, incluso el resto, en su mayoría eran jovenes, terriblemente más jóvenes.
Dios! tal vez fuese el más viejo de todos, tan antiguo como el escudo, la primera grada, Sabina o Cerezo. Acarició al pequeño, constatación de su caracter vetusto y añejo, aquel mamoncete no parecia muy apesadumbrado por la derrota, incluso, a veces, sonreía, coño, ¿no le habría salido blanco?, eso si que lo mandaría a la tumba, quizás el nene, con su camiseta, bufanda y guantes del equipo, no se lo quería decir, por no disgustarle, pero desde el divorcio ya no podía vigilarle tanto y en el cole hay tan malas influencias.
- Luisito (en honor al sabio de Hortaleza, rojiblanco de pró, y no a su abuelo materno, como su ex-mujer pensaba) hijo, tu no serás merengue ¿verdad?
Y el niño como enfadado, como el que tiene que repetir las cosas mil veces- que no papá que nó!- Madrid, caca.
- Eso esta bien hijo, Madrid caca, !!cacá!!.
Hay cierto aspectos de la educación de los hijos, que no se pueden de ningún modo descuidar, ni delegar en terceros.
Mientras su amigo le empezó a relatar entre palabras tan clave que incluso a él le costaba seguirle su affaire con la vecina casada del quinto. Afuera el rio, ofuscado, volvió a fluir embistiendo cual loco los margenes del cauce cementado. Al despedirse, vislumbró en el palco las impecablemente peinadas sienes plateadas de Cerezo, no, menos mal, seguro que Cerezo, era mayor, al menos un poco más mayor que él.
aventuras y desventuras de un superviviente en la jungla madrileña, germanofilo y amante de la belleza,...preferiblemente femenina.
domingo, 20 de marzo de 2011
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