Sopesó alguna, descartando las químericas o improbables, las sendas dolorosas, lentas o excesivamente escandalosas.
No fue dificil conseguir la herramienta, una charla allí, un contacto allá y allí estaba con su aspecto imponente. El procedimiento era claro, almacenar en el tambor, hacerlo girar acariciar su lomo. Era algo mecánico, tirando a sencillo, pero el contacto le resultó terriblemente gélido, solo apretar, un tironcillo y todo pasaría a otra dimensión...
o eso presumía, por más que había rebuscado en internet nadie había redactado sobre esa fase nueva, el más allá de aquel pasó. Pensó que si cruzaba el puente, tampoco podría dejar el testimonio, y le dio pereza, no merecia la pena. Descolgó el telefono del abuelo, dio unas vueltas al disco y encargó unas pizzas.
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