Esta entrada debería ser en un francés florido y perfecto, más mi escasa pericia linguística y el pánico atroz a difundir errores me impide aun, imitar al gran Voltaire.
Mil gracias a nuestros anfitriones levantinos, a aquellos dos, que nos pusieron una cerveza en la mano en el umbral y nos regalaron con tropecientos caldos divinos, no creo que haya bebido más vino en menos tiempo que en estos días provenzales, hojaldres, exquisita mayonesa de ajo y mas viandas con las que amenizar la enriquecedora velada franco-española.
A ese alicantino gurú de sabiduria y transmisor de positividad sabiamente acompañado por la danzarina los dulces giros y puntas hacia fuera. O esa recatada dueña de cafetera explosiva, que en plena burbuja creativa plasmó nuevas caras de belmez dejando posos por doquier.
Que decir de nuestro infatigable y cálido receptor, „hearthbreaker“ errante, con aroma divino a olivo jaenense, que nos fue disponiendo acertadamente para contemplar tremendos paisajes que otrora sedujeron las sensibilidades más curiosas, que nos legaron a traves de lienzos instantaneas que aun pueden contemplarse. Pinceles divinos, Cezzane, Van Gogh y otros menos egregios, se perdieron deleitados por esta eclosión de luz y colores, primavera eterna del sur mediterraneo galo.
Postales mediavales y rotundas, en una zona regada de rincones, iglesias, historia, cruzados, sectas, castillos y murallas respetada por la lejania de los frentes de las estupidas belicosidades fronterizas, conservada en formol y apenas con álgun signo de deterioro. Yo lo del puente de Avignon, no acabo de creermelo, para mi que se lo dejaron a medio hacer....ese cuento no cuela.
Hablando de Avignon, en la mágnifica iglesia donde se conservan bastantes fragmentos en un impactante cromado original, me encontré con Alexander, ese misionero mochilero que revolucionó la grafía vietnamita y que permite que mi estimadisimo amigo Diego, otro globetrotter tardio pero imperecedero, ¿como andas león?, pueda estudiarla.
