aventuras y desventuras de un superviviente en la jungla madrileña, germanofilo y amante de la belleza,...preferiblemente femenina.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Haciendo amigos...

La ciudad se puebla de alienigenas.

Vuelan en sus naves blancas con una linterna verde encima. Desconocen las normas de los mortales, saltan cedas, obvian stops, cruzan tres carriles, o paran durante minutos en medio de la via, no al estilo doble fila, sino interrumpindo fasciosamente la circulación, formando tan impune como innecesariamente colas inmensas, indiferentes a la colera e ira del projimo que va detras, para postre disponen de plazas de parking reservadas por doquier y tiranizan al resto de la fauna rodante a su antojo.

Persiguen a deambulantes nocturnos y les acechan golosos sus pasos, colonizan inmediaciones de grandes eventos y estaciones, y siguen tomando como necesario el paso por las afueras opuestas para acudir desde el aeropuerto al centro.

Por la noche se apoderan ruidosos de los puntos neuralgicos, extienden su dictadura brutal, te rodean, te sobrepasan, y no te dejan torcer a la derecha, donde a algun iluminado concejal se le ocurrio un día regalarles un carril en exclusiva, que nunca usan.

Son los hacedores de entuertos y creadores de traumas, escandalosos, fuertemente gremiales, mafiosos, dictadores sobre un asfalto urbano ya de por sí demasiado sometido a absurdas prohibiciones alienantes de los regidores, que junto a su tropa de cuatreros de azul asedian al ciudadano de bien, apostadonse en esquinas, sirviendose de camaras en coches camuflados, o semaforos, radares ocultos en árboles, limites de velocidad ridiculos, o rectas cebo, para privarles de su libertad y hundirles en su autoestima.

Un día me informé sobre la cuantia por agresión leve a uno de estos intocables pendencieros de las naves blancas rayadas en una hipotetica trifulca callejera, por ese dinero, no merece la pena contenerse las ganas.

Ahora el édil parece que les restingre un poco los horarios, para disminuir algo sus tropelías de pistoleros del oeste, y que dejen de inundar los accesos principales produciendo el colapso, veremos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias al cielo que existen los taxis y que en Madrid son seguros y cómodos, un punto en contra: en verano alguna revelación de sus conductores en contra de la ducha diaria y el desodorante y la obligación de ir escuchando el programa de la Cope de turno!