Fantastica ciudad. Una fortaleza alojada en una colina en pleno centro hospeda la Meca del Polaco, todo polaco ha de ir allí al menos una vez en la vida, y se considera el nacimiento de la nación. Hay un castillo, la catedral, parquecito y las vistas sobre el vistula son reseñables.
Quizas hubiese que incluirla, vuelvo a insistir en ese eje de ciudades imprescindibles Praga-Viena-Budapest, por proximidad y similitud monumental.
Las mujeres son bellisimas allá. Los cafés ofrecen una decoración esquisita y especial, son muy originales,
nada recargados, gusto por lo antiguo pero huyendo de atmosferas rancias, la iluminación tenue, no hay musica de fondo, ni parejitas pegajosas dando lamentable espectaculo como en españa, por lo general el polaco no es muy empalagoso en sus demostraciones de afecto público. los susurros con los que se comunican los polacos, pueden convertir un café abarrotado en una experiencia intima. No dejeis de abandonaros al placer de descubrirlos y tomar un cafe en el silencio, o en callada tertulia.
Tb cuidan con gusto su versión de los biergarten alemanes, terrazas ajardinadas donde degustar una cerveza, un delicioso trozo de pastel de la casa, o un capuchino, ojo los ponen enormes.
allí conocí a estos alemanes tan majetes, sesudos y doctos estudiosos de la Bundesliga, podeis preguntarme lo que querais recibí todo un master, con los que cerveza tras cerveza
disfrutamos de la apoteosis blaugrana y con los q a la mañana siguiente asistimos al descubrimiento de la ciudad.
Ojo con las iglesias, su interior es sobrecogedor. Por cierto, el polaco es fervientemente religioso. Tienen en Wotila uno de sus iconos, y no es raro encontrarse con una nutrida representacion de gente joven en las misas, siempre a rebosar, allí no existe el gesto de agacharse la cabeza, todo el mundo incluso invalidos o ancianos pliegan sus rodillas.
Aparecen a horas inusuales chiquillas que entran en las iglesias a orar, hombres jovenes que salen, niños.
Cuidado no hagas bromas sobre el papa, bueno de Ratzinger si que debes, sobre simbolos o algo religioso, se lo toman muy en serio. Asusta un poco tanto sacro sentimiento.
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